Érase una vez tres inseparables amigos muy diferentes pero que a pesar de ello siempre estaban juntos en las buenas y en las malas. Uno de ellos, blanco como la nieve, suave, delicado, ocurrente, solícito y amable con todos: el Sr. Algodón, aunque a veces un poco distraído y dormilón. No así su amiga, áspera, fuerte, emprendedora y trabajadora: la Sra. Madera y el tercer amigo, tostado, pequeño, muy extravagante y exquisito, por su aroma y sabor, aunque para llegar a ello muchas veces se amargaba sin razón: el Sr. Café. Los tres se ayudaban mutuamente y compartían lindos momentos, la madera trabajadora mostraba con su ejemplo al algodón a ser menos dormilón; el café culto y perfeccionista en los pequeños detalles les mostraba a sus amigos como ser precisos, minuciosos y oportunos, por último el algodón con su paciencia y buen humor ayudaba a sus amigos a mantener la calma en los problemas, sobre todo cuando el café se ponía tan pero tan furioso, hasta al rojo vivo, y la madera tan pero tan áspera y dura como una piedra. Sin embargo, en un día como hoy, donde todo parecía ir bien, de repente, al algodón se le ocurrió tomar el sol, y broncearse con sus rayos dorados. Se decía: - Vaya si que hace calor en el campo, ¡voy a ponerme bronceador y a lo mejor me pongo tostadito como el café, una siesta tomaré y luego vamos a ver que resultados obtendré!. Y así fue, que el Sr. Algodón se echó a descansar, una, dos, tres, cuatro, cinco, seis laaaaargas horas desde el mediodía hasta el atardecer. Cuando ya eran las seis de la tarde, el Sr. Sol como de costumbre se fue a jugar a las escondidas con el viento inquieto y bailarín, que a pesar de ser tan veloz nunca lo encuentra, no obstante en este juego, todo el campo junto al viento empieza a bailar y a mover el esqueleto: las hojas de los árboles, los pajaritos cantores, las nubes y el riachuelo. Todos en movimiento están, menos el Sr. Algodón que aún dormido sin darse cuenta de lo sucedido, sueña que los rayos del sol lo vuelven tostadito como el café, el viento le susurraba en sus oídos levantándolo hasta las nubes del campo: -Sigue soñando Sr.Algodón, hasta lo más alto -. Cuando el Sr. Algodón despertó, pensó que se había convertido en una nube del hermoso cielo, pero cuando el viento dejó de soplar y todo llegó a su calma, cayó rápidamente desde lo más alto dándose volantines en el aire hasta el caudaloso río. Muy asustado y todo mojado suplicando por su vida gritó con fuerza: ¡AUXILIO., SOCORRO, sáquenme de aquí no se nadar!.- mientras el río lo iba paseando sin rumbo fijo. Sus amigos El Sr. Café y la Sra. Madera, que habían regresado de su jornada de trabajo, al no ver al Sr. Algodón, armaron una discusión, la Madera estaba muy áspera con el Café y él se encontraba muy amargo; al estar tan ofuscados se dieron cuenta que solo el Sr. Algodón, lograba mantener la calma en los problemas, así que la Sra. Madera fue en su búsqueda, mientras que el Sr. Café rojo de furia, esperó en el lugar hasta que se le pase la amargura. El Algodón estaba hecho un manojo, a punto de hundirse en las aguas del riachuelo, cuando de pronto la Sra. Madera, escuchó sus gritos de auxilio, se lanzó al agua, y nadó hasta llegar donde él estaba. Lo colocó encima de su lomo, y algodón temblando de susto y frío, le dijo: - GRRAACCCIASSS AMIIIIGGGAAAA, si no fuera por TIIII ya estaría hundido. Madera áspera respondió: - - Eso te pasa seguro por dormilón y ocurrente, pero vamos ya pasó, hemos estado muy preocupados por ti, Café esta esperando impaciente. Algodón, fue escurriendo su blanca y esponjosa tez, mientras que madera lo iba cargando en su lomo hasta el medio del Bosque donde el Sr. Café más calmado dejaba entrever su fino aroma y exclamando decía: - ¡Hay amigo porque te has perdido, estuve rojo de furia por que no aparecías! - ¡Lo siento mucho amigos, yo solo quería broncearme un poquito y estar algo tostadito como Tu Cafecito, pero no funcionó mi experimento, a pesar de estar horas y horas tomando sol. – dijo algodón. -Ay Algodón pero como se te ocurre semejante idea, ¡tú eres blanco y blanco serás!- dijo áspera la madera. -Lo sé, lo sé, – dijo avergonzado Algodón. -No tienes nada que cambiar, te queremos tal como estás – le dijo café. Y madera añadió: -Somos diferentes y eso nos mantiene unidos en todo momento. -Si tienen razón -dijo Algodón. Ustedes saben lo mucho que vale nuestra amistad, que estaremos siempre juntos, aún a pesar de los problemas. Fue tan emotivo el encuentro que la Sra. Madera empezó a lagrimear y crujir de emoción, el pequeño Café dejó caer su suave aceite y deleitó con su inigualable fragancia. Y los tres el Sr. Algodón, la Sra. Madera y el Sr. Café más amigos que nunca se abrazaron fuertemente y compartieron un grato momento juntos.