Cuando el conejo lanzo aquel chillido, todos los alumnos volvieron la cabeza.

El conejo sangraba por una oreja.

Ha sido este, dijo el conejo, señalando al puercoespin. No fue con la mala intension. Gimio el puercoespin, intentando inutilmente disimular las puas.

 

La maestra, una vieja cotorra muy verde; penso en enviar un informe al ministerio de educacion protestando contra la admision de alumnos subnormales en las escuelas comunes : El puercoespin se pasaba el dia pinchando a los demas con sus alfileres.

El puercoespin por su parte estaba desconcertado. En su casa todo el mundo tenia puas y todo el mundo pinchaba ; a el no le habian enseñado a comportarse de otra forma. La señora purcoespin poseia unas defensas particulares muy afiladas y las de su maridose desplegaban con una rapides asombrosa. No tenia muchas simpatias en el vecindario, pero al pequeño puercoespin le hubiera gustado caer bien entre los compañeros de colegio.Todos los esfuerzos eran inutiles, la constumbre de erizarse era un instinto que se adelantaba siempre a sus buenos propositos.

Un dia el puercoespin se corto las puas con unas tijeras. Sus compañeros de colegio le recibieron carcajadas y sus padres le recibieron con una soberana paliz.

Estaba previsto que lo suyo no tenia remedio, por lo tanto dijo:
-Me las van a pagar todas juntas, de ahora en adelante me dedicare a fastidiar a todo el mundo; y se refugio en el agujero a esperar a que le crecieran las puas.